Un estudio no encuentra pruebas sólidas de que la vacunación con COVID-19 esté relacionada con los cambios menstruales
El seguimiento de los efectos adversos posteriores a la vacunación ha mostrado un número creciente de informes de cambios menstruales en mujeres que recibieron la vacuna contra la enfermedad por coronavirus 2019 (COVID-19). Un nuevo estudio publicado en el servidor de preimpresión medRxiv* informa sobre la incidencia de este efecto adverso, concluyendo que no hay pruebas de dicha asociación, aunque no se descarta la posibilidad de detectar dicha relación con estudios más amplios.
Estudio: Efecto de la vacunación con COVID-19 en los períodos menstruales en una cohorte reclutada retrospectivamente. Crédito de la imagen: Studio Romantic / Shutterstock.com
Antecedentes
El sistema de vigilancia denominado Tarjeta Amarilla ha recibido muchos informes de mujeres con supuestos cambios en su ciclo menstrual tras la vacunación con la vacuna COVID-19. Sin embargo, la mayoría de estas mujeres también informaron de que su periodo volvió a la normalidad en un solo ciclo. Tampoco se ha observado ninguna evidencia de alteración de la fertilidad femenina.
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Para evaluar la validez de tales preocupaciones, el estudio actual incluyó a más de 1.200 mujeres con un diario menstrual que también habían registrado las fechas de vacunación. Estudios anteriores sobre la vacuna contra el virus del papiloma humano (VPH) han demostrado que las menstruaciones pueden volverse más abundantes o irregulares en esas personas, aunque la propia infección viral, incluso con el coronavirus del síndrome respiratorio agudo severo 2 (SARS-CoV-2), también puede provocar esos cambios.
La patogénesis de este fenómeno puede implicar mecanismos inmunoestimulantes que pueden alterar el ciclo hormonal. Otra posibilidad es que se estimulen las células inmunitarias del endometrio, lo que provocaría los cambios observados al afectar a la proliferación y el desprendimiento del tejido.
Es probable que la cohorte seguida en este estudio esté sesgada hacia las que notaron un cambio en sus ciclos después de la vacunación. Por lo tanto, los investigadores están siguiendo también otra cohorte que ya registraba sus ciclos antes de la vacunación. No obstante, el estudio actual puede ayudar a esbozar una hipótesis preliminar sobre una relación causal.
Resultados del estudio
A pesar del uso de diferentes vacunas, no hubo una correlación evidente entre la marca y la presencia o el tipo de alteración menstrual en el ciclo posterior. Las que tomaban anticonceptivos hormonales tenían más posibilidades de sufrir dichos cambios. Dado que los niveles de hormonas sexuales se mantienen en un nivel bajo pero uniforme en quienes toman anticonceptivos orales, esto podría descartar la asociación entre la vacunación y los niveles de hormonas sexuales.
El momento de la vacunación no estaba claramente relacionado con el momento o el patrón de flujo del siguiente periodo. La dificultad para encontrar una asociación clara radica en parte en la gran variedad de cambios registrados en el periodo.
Se han propuesto muchos mecanismos para los cambios en la menstruación tras la vacunación con COVID-19, como el retraso de la ovulación inducido por la vacuna o la interrupción de la ovulación. Esto llevaría a un ciclo más largo de lo habitual.
Al considerar a las personas que no tomaban anticonceptivos hormonales, el momento de la vacunación parecía estar relacionado con el momento de la siguiente menstruación en aquellas que recibieron las vacunas en días preovulatorios, en los que se habían vacunado menos de cinco personas, y en las que ya estaban atrasadas, los autores encontraron que
Sin embargo, esto se anuló cuando se comprobó que esta asociación se debía al efecto de la vacunación en el día previsto de la menstruación o en el día anterior. En conjunto, esto indica que estas mujeres ya tenían un alto riesgo de tener retrasos en la menstruación antes de recibir la vacuna. En general, no se encontró que el momento de la vacuna estuviera relacionado con el flujo de la siguiente menstruación.
Tras la segunda dosis, se observaron las mismas tendencias, o la ausencia de ellas. La mayoría de las mujeres informaron del mismo tipo de cambios después de ambas dosis. Esto implica que los efectos de los factores genéticos o individuales son predominantes en las alteraciones relacionadas con la vacunación en el momento o el flujo del periodo.
Asociación entre los informes de cambios en el tiempo (A) y el flujo (B) tras la primera y la segunda dosis de la vacuna.
Existe una aparente preocupación por el riesgo de retraso de la menstruación tras la vacunación en mujeres que ya padecen el síndrome de ovario poliquístico (SOP) o endometriosis. Muchas mujeres tienen esta preocupación, afirmando que con períodos ya pesados, dolorosos y/o difíciles, dudan en tomar la vacuna por miedo a agravar estos síntomas.
Sin embargo, en el presente estudio no se observó dicha tendencia en las mujeres a las que ya se les había diagnosticado una afección preexistente del útero o una anomalía menstrual, incluidas las que tenían antecedentes de menorragia, hemorragia anormal, fibromas uterinos, endometriosis o SOP. Sin embargo, se observó una significación limítrofe tras ajustar por múltiples factores.
En particular, las mujeres que tenían hemorragias abundantes o anormales o que tenían fibromas tenían una probabilidad ligeramente mayor de adelantar la menstruación, mientras que el retraso de la siguiente menstruación es algo más probable en aquellas con antecedentes de síndrome de ovario poliquístico.
Implicaciones
Los resultados del presente estudio no encuentran ninguna asociación observable entre la vacunación con COVID-19, la marca de la vacuna y el calendario menstrual. Los retrasos en la menstruación fueron notificados sobre todo por mujeres que ya se dirigían a un periodo tardío en la fecha de la vacunación.
Las personas que tomaban anticonceptivos hormonales presentaban un mayor riesgo de diferencias en el flujo de su siguiente periodo tras la vacunación, lo que descarta una etiología hormonal. La falta de un mecanismo biológico plausible para explicar esto obliga a realizar un análisis de seguimiento para descartar el sesgo de información.
Es decir, dado que muchas mujeres utilizan anticonceptivos hormonales para controlar su flujo menstrual, un flujo más abundante tras la vacunación puede haber llevado a muchas de ellas a participar en el estudio, en comparación con las que no toman dichas píldoras pero que también tuvieron un flujo más abundante tras tomar la vacuna.
La explicación del alto grado de similitud entre los cambios observados tras la primera y la segunda dosis indica que la variación individual, incluida la genética, podría explicar gran parte de estos cambios. Otras posibles razones son el intervalo de ocho semanas entre las dosis, lo que podría significar que cualquier cambio biológico que se produjera después de la primera dosis, seguiría ejerciendo su efecto en el momento de la segunda dosis, lo que explicaría los efectos secundarios similares.
La ausencia de asociación entre los cambios menstruales y las enfermedades ginecológicas preexistentes debería tranquilizar a las mujeres que temen que su estado empeore tras la vacunación. Las personas con endometriosis y síndrome de ovario poliquístico sí presentaron un ligero adelanto y aplazamiento de sus periodos, respectivamente, lo que debe ser objeto de seguimiento para su validación. Hasta entonces, estos hallazgos no deberían contribuir a que se dude de la vacuna, sobre todo porque está bien establecido que el propio SARS-CoV-2 afecta al ciclo menstrual.
El presente estudio no determina completamente la frecuencia de los cambios menstruales después de la vacunación con COVID-19 como resultado de su diseño retrospectivo que se presta al sesgo de recuerdo. En su lugar, deberían realizarse estudios prospectivos. Alternativamente, los datos menstruales ya recolectados que han sido almacenados para otros propósitos podrían ser aprovechados para responder a esta pregunta con mayor precisión.
Los autores recomiendan los datos de las aplicaciones de seguimiento del ciclo menstrual, tanto por el volumen de datos registrados a lo largo de varios ciclos como por el detalle con el que se almacenan dichos datos. También es importante tener en cuenta que las participantes en el estudio eran en su mayoría británicas y que el estudio no analizó otras vacunas como Sinovac o Sputnik V. La mayoría de estas otras vacunas utilizan un intervalo más corto entre las dosis, lo que podría dar lugar a diferentes efectos secundarios.
En conclusión, este estudio de 1273 participantes reclutadas retrospectivamente no pudo detectar señales fuertes que apoyen la idea de que la vacunación contra el COVID-19 está relacionada con los cambios menstruales. Sin embargo, es posible que estudios amplios, reclutados prospectivamente, puedan encontrar asociaciones que nosotros no tuvimos la capacidad de detectar."
*Aviso importante
medRxiv publica informes científicos preliminares que no están revisados por pares y, por lo tanto, no deben considerarse concluyentes, ni guiar la práctica clínica/la conducta relacionada con la salud, ni tratarse como información establecida.