Los jóvenes supervivientes de cáncer necesitan más apoyo al sentirse insatisfechos con su sexualidad
20 jun 2018
Sentirse poco atractivo e insatisfecho con su capacidad sexual es la realidad de muchos adolescentes y jóvenes supervivientes de cáncer. Una investigación de la Academia Sahlgrenska (Suecia) da ahora voz a un grupo que a menudo tiene dificultades para volver a una vida normal.
"A la gente de la sanidad le da miedo hablar de esto, pero hay que atreverse y tener ganas, sin ser brusco ni demasiado optimista", dice Maria Olsson, doctora en pediatría por la Academia Sahlgrenska de la Universidad de Gotemburgo y enfermera especialista en rehabilitación oncológica del Hospital Universitario Sahlgrenska.
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En su tesis doctoral, realizó once entrevistas a grupos de discusión y una encuesta por Internet a 540 participantes, todos ellos supervivientes de cáncer de entre 15 y 29 años. Las entrevistas mostraron claramente que a los adolescentes y adultos jóvenes les gustaría disponer de entornos de tratamiento adaptados a su edad.
"Si tienes 17 años, no es fácil que te atiendan entre niños pequeños gritones. Mientras, un joven de 25 años puede encontrarse en una habitación de hospital de cuatro camas con hombres de entre 60 y 70 años que discuten sobre la bolsa. Estos pacientes rara vez acaban con alguien de su misma generación; suelen estar desperdigados", dice Maria Olsson.
Los resultados del cuestionario mostraron que los jóvenes supervivientes de cáncer se sentían menos atractivos debido a sus cicatrices físicas en comparación con el grupo de control. La apariencia es importante para muchos adolescentes y adultos jóvenes, y las cicatrices del tratamiento del cáncer no deben ignorarse, según Maria Olsson.
Algo más de cuatro de cada diez chicos adolescentes y hombres jóvenes, y cerca de ocho de cada diez chicas adolescentes y mujeres jóvenes que sobrevivieron al cáncer respondieron que se sentían menos atractivos a causa de sus cicatrices. También expresaron una baja satisfacción sobre su capacidad sexual en comparación con el grupo de control, aunque el estudio demostró que esta respuesta se debía más a razones psicológicas que a los efectos secundarios fisiológicos del tratamiento.
"Se sienten insatisfechas con su sexualidad, y les disgustan sus cuerpos y las cicatrices que les recuerdan la enfermedad y las dificultades que han experimentado. Por eso necesitan más asesoramiento y apoyo psicológico hacia el final del tratamiento", dice Maria Olsson.
Al principio del estudio, ella y sus colegas encontraron resistencia a la posibilidad de hacer preguntas sobre temas como la sexualidad y los pensamientos suicidas. Las fuentes de financiación, los propietarios de los registros y los comités éticos que debían aprobar el estudio consideraban que los temas eran demasiado delicados.
Sin embargo, los jóvenes no estaban de acuerdo. El tema de la fertilidad era el que más preocupaba a casi el diez por ciento de los participantes que se mostraban preocupados por algo en el cuestionario, seguido de la reaparición del cáncer. Sin embargo, hablar de sexo no suponía ningún problema; al contrario, existía una gran necesidad de hacerlo, según Maria Olsson.
"Eso no se puede hacer en una habitación de hospital de cuatro camas, pero hay muchas otras oportunidades. El tema puede abordarse cuando se habla de los efectos secundarios del tratamiento, como la afectación de las mucosas. Si primero se hacen preguntas abiertas, resulta evidente si el paciente quiere hablar, y eso da pie a sacar el tema. También es importante mostrarse dispuesto a hablar del tema".