Un nuevo estudio muestra cómo Etiopía ha logrado avances extraordinarios
Revisado por Alina Shrourou, licenciada en ciencias (editora) 21 sep 2018
Etiopía es uno de los Estados menos desarrollados del mundo. Sin embargo, en las dos últimas décadas el país ha realizado progresos extraordinarios. Las inversiones específicas en sanidad, educación y empleo han mejorado el nivel de vida y provocado un rápido descenso de la tasa de fertilidad. Si consigue consolidar estos logros, Etiopía podría convertirse en uno de los primeros países subsaharianos en beneficiarse del "dividendo demográfico" y demostrar cómo puede funcionar el desarrollo en África. Un nuevo estudio del Instituto de Berlín muestra cómo el país ha conseguido ya recorrer un camino tan largo y qué retos le quedan por superar si quiere servir de país modelo en el continente africano.
Para los estándares africanos, Etiopía ya lo está haciendo bien. Con la segunda mayor población de África, es una de las economías de más rápido crecimiento del mundo. Junto con la ayuda exterior, los planes de desarrollo a largo plazo del gobierno ya han mejorado la vida de muchas personas y han reducido a más de la mitad el porcentaje de población que vive en la pobreza. Gracias a la expansión del sistema sanitario, la mortalidad infantil ha disminuido. La tasa de escolarización se ha más que duplicado gracias a una mayor inversión en educación de hasta el 30% del gasto presupuestario nacional. En menos de 20 años, el número de escuelas se ha multiplicado por 25. El rendimiento de los cereales se ha más que duplicado desde 1990. Al mismo tiempo, Etiopía se está convirtiendo cada vez más en un país objetivo para los inversores extranjeros, cuyo compromiso financiero debería ayudar a crear puestos de trabajo para la creciente población.
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El progreso del desarrollo hasta la fecha también ha marcado otra tendencia positiva. La tasa de fertilidad desciende rápidamente, frenando el crecimiento demográfico y modificando la estructura por edades del país. Como las mujeres tienen menos hijos, la población en edad de trabajar crece más deprisa que el conjunto de la población desde principios de la década de 2000. Etiopía se encamina así hacia un "bono demográfico", que en muchos otros países del mundo ha allanado el camino hacia un mayor crecimiento y prosperidad. Si se dan las condiciones marco adecuadas, este bono podría transformarse en un acicate demográfico para el desarrollo. Al igual que los Estados tigre asiáticos que la precedieron, Etiopía podría beneficiarse de su dividendo demográfico siempre que consiga consolidar sus avances hasta la fecha.
A pesar de todos sus logros, el país sigue enfrentándose a enormes retos. El proceso de desarrollo ha estado marcado por las tensiones étnicas y se ha impulsado despiadadamente, a menudo con escasa consideración por los derechos humanos. La expansión de las infraestructuras básicas apenas ha podido seguir el ritmo del crecimiento demográfico, y el número de personas en edad de trabajar sigue creciendo más deprisa que el de puestos de trabajo. Ahora se depositan esperanzas en el joven primer ministro, Abiy Ahmed, para que introduzca las reformas y medidas necesarias con las que superar estos retos.
Es poco probable que se produzcan los avances esperados sin ayuda internacional. Etiopía depende de la ayuda exterior para alcanzar sus objetivos. Si Etiopía fracasa, peligrará la estabilidad de toda la región del Cuerno de África", afirma Reiner Klingholz, director del Instituto de Población y Desarrollo de Berlín. La huida y las explosiones serían inevitables. Por ello, la Unión Europea debería prestar a Etiopía todo el apoyo financiero y asesoramiento posibles para que el país pueda salir del círculo vicioso de pobreza y rápido crecimiento demográfico, concluye el estudio.
El estudio ha sido financiado por la Agencia Austriaca de Desarrollo (ADA) con fondos de la Cooperación Austriaca al Desarrollo, así como por la DEG (Deutsche Investitions- und Entwicklungsgesellschaft) y la GfK Verein. Puede descargar gratuitamente el estudio en formato PDF en: