Vida privada, la película definitiva sobre los tratamientos de fertilidad

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Vida privada, la película definitiva sobre los tratamientos de fertilidad

Vida privada, la película definitiva sobre los tratamientos de fertilidad. Paul Giamatti y Kathryn Hahn realizan dos interpretaciones magistrales como cuarentones neoyorquinos que luchan con la fecundación in vitro en la inteligente, realista e incómoda comedia dramática de Tamara Jenkins.

Somos muchas las parejas que peleamos día a día con los dimes y diretes de los diferentes tratamientos de fertilidad. Las visitas al doctor, las buenas (pero también las malas) noticias o las inyecciones diarias. Y así comienza la película de Netflix que mejor ha retratado hasta ahora la crudeza y soledad del tratamiento por infertilidad.

La inteligente y dolorosa comedia de Tamara Jenkins comienza con una escena de dormitorio: una mujer en bragas, lista y esperando. Su marido se inclina y le inyecta hormonas. La broma (y como muchas de las bromas de la película, es cruda) es que en la lucha por quedar embarazada, esta pareja de Nueva York, Rachel y Richard, interpretadas de manera extraordinaria por Paul Giamatti y Kathryn Hahn, no han tenido relaciones sexuales en meses. Ambos cuarentones, están en medio del ciclo de FIV, y tienen que pasar por el tratamiento de fertilidad por enésima vez. "Muchas mujeres tienen bebés a los 41", afirma Rachel. "Pensé que sería una de ellos".

Pero no solo será ella la que cargue con el dolor y la infertilidad. Ella es una novelista y Richard solía ser un director de teatro que ahora hace encurtidos artesanales para vender en los mercados con serios problemas de esperma. Al igual que en la estupenda serie española Vergüenza, la pareja también solicita la adopción. Y al igual que ahí, también hay momentos de pasar un mal rato, como con la visita de un trabajador social, donde un enorme cuadro de una vagina domina el salón.

Como personajes, Rachel y Richard son el equivalente a una novela realista y profundamente satisfactoria. Giamatti, haciendo una versión más cálida, más sabia y más atractiva de su habitual homrbe frustrado resulta particularmente fascinante. En la versión más de Hollywood, tendrías a Bradley Cooper, demasiado guapo, demasiado deslumbrante para interpretar a un hombre que se gana la vida con los pepinillos tras “fracasar” en el mundo artístico. Realmente ayuda que Giamatti y Hahn se vean como el tipo de personas que están interpretando: gente normal.

Vida privada, la película definitiva sobre los tratamientos de fertilidad

Esta es la primera película de Jenkins desde La familia Savages hace once años (es triste y deprimente, como parece ser el caso de muchas directoras, que pueda haber estas grandes brechas de tiempo entre sus películas). La propia Jenkins escribió el guión después de someterse a un tratamiento de fertilidad y los detalles son brutalmente exactos, instantáneamente, de forma conmovedora y reconocible para cualquiera que haya estado allí, hasta la sala de espera de la clínica, todos mirando tímidamente al suelo con la vergüenza de ser un perdedor en el mundo de la fertilidad.

La película tampoco esconde que existen verdades incómodas sobre la ética de una industria de la fertilidad que aspira a personas desesperadas con la promesa de un bebé milagroso, y los mensajes contradictorios que las mujeres tienen sobre cuándo concebir: espera hasta que tengas una carrera, pero espera. Eres tan estéril como las colonias en El cuento de la criada cuando pasas los 30. Vida privada es una película más inteligente y emocionalmente adulta que ninguna otra experiencia audiovisual que haya tratado el asunto. Necesitamos más películas como esta, y a pesar de que sí, los sistemas y pensamientos americanos están bastante lejos, la historia de lo que importa, lo que trata, cómo y cómo no debemos hacer las cosas, la ética y la familia, están perfectamente retratados aquí. No te la pierdas.

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