Fibromas uterinos, pólipos endometriales y quistes ováricos
Los miomas uterinos son crecimientos musculares no cancerosos en las paredes del útero.
Los pólipos endometriales son crecimientos anormales de tejido dentro del endometrio, el revestimiento interno del útero.
Los quistes ováricos son sacos llenos de líquido en uno o ambos ovarios que suelen formarse durante la ovulación.
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Los síntomas de los miomas, los pólipos y los quistes varían, pero todas estas anomalías estructurales pueden contribuir al dolor pélvico, las hemorragias uterinas anormales y otras complicaciones, incluida la infertilidad.
El tratamiento de los miomas, pólipos y quistes depende de los síntomas y de los objetivos de la paciente, e incluye métodos conservadores y no quirúrgicos, así como la intervención quirúrgica cuando es necesaria.
Miomas uterinos
Los miomas uterinos, también llamados leiomiomas o miomas, son crecimientos musculares benignos (no cancerosos) en las paredes del útero. En menos de 1 de cada 1.000 casos, lo que se pensaba que era un mioma uterino puede ser una masa cancerosa. Su tamaño oscila entre ¾ de pulgada y varios centímetros de diámetro.
Según un estudio publicado en The American Journal of Obstetrics and Gynecology, los miomas afectan hasta al 70 por ciento de las mujeres blancas y entre el 80 y el 90 por ciento de las afroamericanas a los 50 años. A menudo no causan ningún síntoma y suelen detectarse incidentalmente durante un examen rutinario.
Síntomas de los miomas uterinos
Los miomas suelen provocar menstruaciones abundantes y dolorosas, hemorragias uterinas anormales y dolor y presión pélvicos en las pacientes. Además de las molestias, los miomas también pueden causar complicaciones en el embarazo y/o infertilidad. Los síntomas de los miomas uterinos son los siguientes
- Cambios en el ciclo menstrual, incluyendo sangrado abundante o prolongado
- Calambres abdominales y pélvicos
- Dolor de espalda baja
- Dolor o presión durante las relaciones sexuales
- Micción frecuente o difícil
- Abortos recurrentes
- Infertilidad.
Si se sospecha de la existencia de miomas o se descubren en un examen pélvico rutinario, un ginecólogo-obstetra intentará primero evaluar completamente su tamaño, número y posición. Para ello puede utilizar diversos métodos de imagen, como la ecografía y la histeroscopia (un tubo fino con una cámara que se introduce por la vagina para examinar el útero).
En los casos más complejos pueden solicitarse técnicas de imagen más avanzadas, como la resonancia magnética (RM) y la tomografía computarizada (TC).
Tratamiento de los miomas uterinos
La determinación del tratamiento adecuado para los miomas depende de varias variables, como la gravedad y el tipo de síntomas, el grado en que los miomas afectan a la capacidad del organismo para funcionar con normalidad y si la mujer desea o no quedarse embarazada en el futuro.
Los analgésicos de venta libre a veces pueden aliviar los síntomas de los miomas uterinos. Los medicamentos hormonales, incluidos algunos anticonceptivos, pueden ser muy eficaces para reducir el dolor y las hemorragias abundantes causadas por los miomas, siempre que la mujer no desee quedarse embarazada.
Las mujeres que están intentando quedarse embarazadas o desean preservar sus futuras opciones reproductivas pueden optar por la extirpación quirúrgica de los miomas dejando el útero intacto. La extirpación quirúrgica de los miomas se denomina miomectomía.
Otras opciones para la extirpación de los miomas son la embolización de la arteria uterina (EAU), un procedimiento que elimina los vasos sanguíneos que irrigan los miomas, y la terapia de ultrasonidos centrada en la resonancia magnética, que es una técnica no quirúrgica que utiliza ondas de ultrasonido de alta intensidad para destruir los miomas. No se recomienda el embarazo después de estos procedimientos.
La histerectomía es el tratamiento definitivo. Se trata de la extirpación quirúrgica del útero y puede realizarse en varios grados y con diferentes enfoques quirúrgicos.
Pólipos endometriales
Los pólipos endometriales, también llamados pólipos uterinos, son crecimientos anormales de tejido en el revestimiento interno del útero. La mayoría de las veces los pólipos endometriales no son cancerosos (benignos), pero a veces pueden convertirse en cáncer si no se tratan.
Dado que las mujeres en edad reproductiva desprenden el revestimiento interno del útero durante la menstruación, los pólipos endometriales son más frecuentes en mujeres que han pasado por la menopausia. Sin embargo, pueden afectar a mujeres de todas las edades.
Síntomas de los pólipos endometriales
Al igual que los fibromas, los pólipos endometriales pueden o no causar síntomas, dependiendo de su tamaño, número y localización. Los síntomas de los pólipos endometriales incluyen:
- Sangrado vaginal posmenopáusico
- Sangrado entre períodos menstruales
- Sangrado muy abundante durante los períodos menstruales
- Sangrado después del coito o del ejercicio.
Si se sospecha la existencia de pólipos endometriales, se suelen utilizar técnicas de imagen como la ecografía y la histeroscopia para confirmar su presencia. Si se encuentran pólipos, un ginecólogo-obstetra tomará una pequeña muestra de tejido para realizar una biopsia y comprobar si hay células cancerosas o precancerosas.
Tratamiento de los pólipos endometriales
A veces los pólipos desaparecen con el tiempo sin tratamiento. Si los pólipos endometriales se identifican en un examen y una mujer no experimenta síntomas graves y no tiene riesgo de cáncer, se le puede aconsejar que espere y vea si los pólipos se resuelven por sí solos.
Por lo general, un ginecólogo-obstetra recomendará la extirpación de los pólipos endometriales sintomáticos, y siempre se aconsejará la extirpación si existe la preocupación de que haya células cancerosas o precancerosas. La histeroscopia se realiza para extirpar los pólipos. Para ello se utiliza un tubo iluminado y una cámara llamada histeroscopio, que se introduce a través de la vagina. El cirujano introduce pequeños instrumentos a través del tubo para extirpar los pólipos.
Se pueden prescribir medicamentos hormonales para aliviar a corto plazo los síntomas causados por los pólipos, pero no pueden eliminar los pólipos en sí.
Quistes ováricos
Los quistes ováricos son sacos llenos de líquido que pueden desarrollarse en uno o ambos ovarios de la mujer. Los ovarios son los encargados de producir las hormonas reproductivas femeninas, así como de liberar un óvulo cada mes durante la ovulación. Los tipos más comunes de quistes se forman durante la ovulación cuando uno de los folículos de los ovarios responsables de liberar un óvulo no se abre.
En la mayoría de los casos, estos quistes desaparecen en unos meses sin tratamiento y sin causar síntomas. Como la mayoría de los quistes ováricos se forman durante la ovulación, son mucho menos frecuentes en las mujeres que han pasado por la menopausia.
Las complicaciones surgen cuando los quistes adquieren un tamaño anormal. Con menor frecuencia, los quistes pueden romperse o causar una torsión ovárica, una condición en la que el ovario se tuerce anormalmente debido al quiste. En raras ocasiones, los quistes ováricos pueden ser cancerosos. Además, algunas mujeres producen muchos quistes pequeños en sus ovarios debido a una condición llamada síndrome de ovario poliquístico (SOP). El SOP es una causa común de infertilidad en las mujeres.
Síntomas de los quistes ováricos
La mayoría de los quistes ováricos no provocan síntomas. Cuando lo hacen, los síntomas incluyen:
- Hinchazón
- Presión abdominal
- Dolor pélvico
- Dolor durante las relaciones sexuales
- Micción frecuente y/o difícil
- Dolor repentino y agudo debido a la rotura de un quiste.
Las mujeres que experimentan un dolor repentino e intenso deben buscar ayuda médica inmediata, sobre todo si el dolor va acompañado de vómitos o fiebre.
Cuando se sospecha de la existencia de quistes ováricos durante un examen, un ginecólogo-obstetra determinará si es necesario realizar más pruebas. Esto suele hacerse mediante una ecografía pélvica.
Si se necesita una evaluación más profunda, puede utilizarse la cirugía laparoscópica para investigar los quistes ováricos. Esta técnica mínimamente invasiva utiliza una pequeña incisión y una cámara para ayudar a guiar al cirujano. La laparoscopia también puede utilizarse para extirpar quirúrgicamente los quistes.
Tratamiento de los quistes ováricos
Dado que los quistes ováricos suelen resolverse por sí solos sin tratamiento, puede recomendarse un periodo de espera vigilante si se identifica un quiste durante un examen rutinario. Pueden realizarse ecografías pélvicas periódicas para controlar el crecimiento y el desarrollo del quiste.
Se pueden recetar anticonceptivos orales (anticonceptivos) para evitar la formación de quistes ováricos durante la ovulación.
Si es necesaria una intervención quirúrgica, a menudo se pueden extirpar los quistes ováricos manteniendo intactos los ovarios y otros órganos pélvicos. Esto se denomina cistectomía. En los casos más graves, puede ser necesaria una ooforectomía (extirpación de uno o ambos ovarios).
El primer paso para prevenir las complicaciones de los miomas, pólipos y quistes es un examen pélvico rutinario.